22/3/10

El poder de las palabras I

Había una vez una mujer inteligente y de gran corazón. Esta mujer tenla una hija a la que adoraba. Una noche llegó a casa después de un duro día de trabajo, muy cansada, tensa y con un terrible dolor de cabeza. Quería paz y tranquilidad, pero su hija saltaba y cantaba alegremente. No era consciente de cómo se sentía su madre; estaba en su propio mundo, en su propio sueño. Se sentía de maravilla y saltaba y cantaba cada vez más fuerte, expresando su alegría y su amor. Cantaba tan fuerte que el dolor de cabeza de su madre aún empeoró más, hasta que, en un momento determinado, la madre perdió el control. Miró muy enfadada a su preciosa hija y le dijo: “¡Cállate! Tienes una voz horrible. ¿Es que no puedes estar callada”?.
Lo cierto es que, en ese momento, la tolerancia de la madre frente a cualquier ruido era inexistente; no era que la voz de su hija fuera horrible. Pero la hija creyó lo que le dijo su madre y llegó a un acuerdo con ella misma. Después de esto ya no cantó más, porque creía que su voz era horrible y que molestaría a cualquier persona que la oyera. En la escuela se volvió tímida, y si le pedían que cantase, se negaba a hacerlo. Incluso hablar con los demás se convirtió en algo difícil. Este nuevo acuerdo hizo que todo cambiase para esa niña: creyó que debía reprimir sus emociones para que la aceptasen y la amasen.
Siempre que escuchamos una opinión y la creemos, llegamos a un acuerdo que pasa a formar parte de nuestro sistema de creencias. La niña creció, y aunque tenía una bonita voz, nunca volvió a cantar. Desarrolló un gran complejo a causa de un hechizo, un hechizo lanzado por la persona que más la quería: su propia madre, que no se dio cuenta de lo que había hecho con sus palabras. No se dio cuenta de que había utilizado magia negra y había hechizado a su hija. Desconocía el poder de sus palabras, y por consiguiente no se la puede culpar. Hizo lo que su propia madre, su padre y otras personas habían hecho con ella de muchas maneras diferentes: utilizar mal sus palabras.
¿Cuántas veces hacemos lo mismo con nuestros propios hijos? Les lanzamos opiniones de este tipo y ellos cargan con esa magia negra durante años y años. Las personas que nos quieren emplean magia negra con nosotros, pero no saben lo que hacen. Por ello debemos perdonarlos, porque no saben lo que hacen.

21/3/10

Filosofando un rato I

Y la vida siguió, sin vos pero siguió, y sobreviví, sorprendentemente.
Deje a tanta gente en el camino, algunas se perdieron de mí, a otras fui yo a quienes perdí, y otras tantas que ya no están aquí, mayormente a quienes quizás más necesite.
Pero se que en mi quedaran lo mejor de todas esas personas que alguna vez se cruzaron. Sé que aquellas que me lastimaron, me hicieron crecer y es bueno recordarlas también, ¿porque no?
También alguien una vez me dijo que hay personas que nos sirven y otras que no. Y es loco pensarlo así, es fuerte la frase, pero aprendí que en cierta parte es así. Nicolás piensa que es erróneo ese pensamiento, porque como el bien me lo ha dicho, esa gente nos ha enseñado algo, lo paradójico de esto es que tiene razón también el. Que se yo... en mi experiencia personal, me tope en la vida con personas con las cuales crecí mucho, aprendí de la vida y demás pero en cierto punto me estancaron, es loco lo se, pero las cosas buenas luego fueron malas... mi pregunta es... ¿porque pasa eso?; ¿como puede ser?; ¿como eso bueno después es malo?